Nueva tesis sobre el cuento, por
Ricardo Piglia
Nueva tesis sobre el cuento
Por Ricardo Piglia
Estas tesis son en realidad un pequeño catálogo de ficciones sobre el final, sobre la conclusión y el cierre de un cuento, y han estado desde el principio inspiradas en Borges y en su particular manera de cerrar sus historias: siempre con ambigüedad, pero a la vez siempre con un eficaz efecto de clausura y de inevitable sorpresa.
Por Ricardo Piglia
Estas tesis son en realidad un pequeño catálogo de ficciones sobre el final, sobre la conclusión y el cierre de un cuento, y han estado desde el principio inspiradas en Borges y en su particular manera de cerrar sus historias: siempre con ambigüedad, pero a la vez siempre con un eficaz efecto de clausura y de inevitable sorpresa.
Borges, sabemos, dijo varias veces que varios de sus cuentos habían sido su
primer cuento y esto quiere decir, quizá, que los comienzos son siempre
difíciles, inciertos, que tuvo varias partidas falsas como en las cuadreras,
como en la conocida diatriba de José Hernández contra su amigo Estanislao del
Campo ("parece que sin largar se cansaran en partidas"), mientras que
el fin es siempre involuntario o parece involuntario pero está premeditado y es
fatal.
Hay un juego entre la vacilación del comienzo y la certeza del fin, que ha sido muy bien definido por Kafka en una nota de su diario. Escribe Kafka el 19 de diciembre de 1914: "En el primer momento el comienzo de todo cuento es ridículo. Parece imposible que ese nuevo, e inútilmente sensible cuerpo, como mutilado y sin forma, pueda mantenerse vivo. Cada vez que comienza, uno olvida que el cuento, si su existencia está justificada, lleva en sí ya su forma perfecta y que sólo hay que esperar a que se vislumbre alguna vez en ese comienzo indeciso, su invisible pero tal vez inevitable final".
Hay un juego entre la vacilación del comienzo y la certeza del fin, que ha sido muy bien definido por Kafka en una nota de su diario. Escribe Kafka el 19 de diciembre de 1914: "En el primer momento el comienzo de todo cuento es ridículo. Parece imposible que ese nuevo, e inútilmente sensible cuerpo, como mutilado y sin forma, pueda mantenerse vivo. Cada vez que comienza, uno olvida que el cuento, si su existencia está justificada, lleva en sí ya su forma perfecta y que sólo hay que esperar a que se vislumbre alguna vez en ese comienzo indeciso, su invisible pero tal vez inevitable final".