viernes, 13 de septiembre de 2013

Cómo seducir a un jurado literario


Cómo seducir a un jurado literario

Por: Juan Terranova

      Un amigo irá, este año del señor de 2009, a por la trascendencia cultural instantánea de los premios literarios y me pidió algunos consejos para ganar y dar El Gran Batacazo Intelectual. Me negué pensando que uno es capaz de cualquier cosa inmerso en los inviernos semi-cruentos que nos depara Buenos Aires pero el estío nos da fortaleza para mantener ciertos niveles de integridad. Sin embargo, mientras el domingo se nublaba, durante un momento de clara desconcentración deportiva en que perdí un partido de tenis que podría haber ganado, pensé que una serie de puntos extraídos de la vieja cantera del resentimiento personal-profesional no le podían hacer mal a nadie y me servirían de excusa para no tener que desmenuzar la tilinguísima columna que Juana Libedinsky publicó en la sección Cultura de La Nación. (Se titula “El balneario que inspiran a los escritores”. De neto corte periodístico –esto es, inventar una tendencia ahí donde se dan casos aislados- su tesis central sostiene que San Ignacio “inspira” a Martín Amis y Jorge Lanata y por ello se convierte en el “balneario de los escritores”. Puedo tolerar a regañadientes un 6-3 abajo con amenaza de lluvia, pero no semejante muestra de genuflexión cultural.)

Las claves del éxito    

      La lista de recomendaciones que se da a continuación funciona exclusivamente con los grandes premios de novela, o sea aquellos que mueven el prestigio a gran escala y sobre todo la plata importante. No debe intentarse en premios más serios, donde los jurados que terminan dando el veredicto final sí leen el material que les llega (aunque no se crea, estos premios existen). Para identificar los “grandes premios de novela” se debe mirar la lista del jurado. Si en ella está el comunista declarado y premio Nobel de Literatura José Saramago no hay duda de que se trata de uno. Aquí vamos. 

Sea claro. A los jurados no les interesan sus retorcidos pensamientos o su prosa arrebolada. Su escritura, entonces, no debe contener interrogantes, preguntas retóricas o escollos traumáticos de ningún tipo.  

Sea metafórico. Pero con metáforas fáciles de identificar. No se vuelva loco buscando uniones imposibles o demasiado sugerentes. 

Sea esquemático. Los hijos vienen después de los padres. ¿Por qué ir en contra de esta ley natural e insobornable? Una historia cronológica siempre es absorbida con mayor comodidad por los ocupados miembros del jurado que vienen de tragarse varios centenares de páginas, muchas veces de insatisfactoria lectura.

Intente ser mujer. Las mujeres, por simple estadística, tienen más posibilidades de ganar que los hombres. No se trasvista.  

Intente tener una historia personal trágica. Haber sobrevivido a un accidente aéreo, a un atentado terrorista, a un exilio político, siempre causa buena impresión en un jurado internacional de escritores célebres. No subestime nunca este punto. 

Tenga un trabajo honrado. Seamos justos, ¿quién va a premiar a un vago, a un vividor, a un proxeneta o a un tahúr? Nunca pasó y nunca va a pasar. 

Sea positivo. Sobre todo, sea positivo. Si pone un nazi en su novela, por ejemplo, castíguelo por las atrocidades del nazismo. Los buenos deben ganar al final. O al menos, los malos deben perder. Siempre ayuda si el mensaje es, en alguna medida, redentor.  

No escriba sobre piratas. De verdad, no lo haga. 

Sea liberal en economía. Los pobres no son necesariamente nocivos, se trata de gente que no ha logrado ser parte decente de la sociedad. No la margine de sus tramas, pero tampoco se crispe al punto de hacer patente una fea agresividad contra los que manejan los hilos pegajosos y adictivos del capital. 

Sea conservador. Incluso ligeramente reaccionario, sobre todo en el aspecto político. Para lograrlo puede utilizar las mejores partes de la poesía argentina. (Y también las peores.)

Sea manso y equilibrado. No se entusiasme. Queda mal.  

Evite sobre todo las arbitrariedades y las contradicciones. Confunden al lector, lo ponen en situación de riesgo con respecto al mundo, lo fuerzan a tomar posición. 

Sea melancólico, nostálgico, tristón. Para lograrlo puede utilizar las peores zonas del tango. Desde el momento en que la cultura es un bien acumulativo y la sabiduría acompaña los años, ningún jurado importante del mundo jamás baja de un promedio de cincuenta años de edad. Por lo tanto, ellos estarán de acuerdo en que “todo tiempo pasado fue mejor”. Recuerde estas simples consignas: antes los seres humanos eran menos violentos, leían más libros, miraban poco o nada de televisión, y tenía una opinión más clara y firme de sí mismos. Explote estas verdades insoslayables en su escritura. 

Use anteojos. Antes de marco de acero, redondos, a lo Trotsky, ahora de diseño con marco negro. Los anteojos no suelen escribir obras legibles, por lo tanto no garantizan nada, pero quedan realmente muy bien en las fotos de promoción si usted triunfa.

Por: Juan Terranova


martes, 10 de septiembre de 2013

Como Ganar Concursos Literarios

Como ganar Concursos Literarios

Ganar un certamen literario no es fácil, pero siguiendo estos consejos es posible aumentar las posibilidades de hacerlo.
Los concursos literarios son, en muchas ocasiones, el único modo de que un escritor novel comience a labrarse un currículo literario antes de publicar su primera novela. Son también un modo de ganar algún dinero con esos textos inéditos que languidecen en el cajón y, además, dado que la mayoría de ellos incluyen la publicación de la obra ganadora, es la ocasión perfecta para comenzar a publicar.
Un pez muy pequeño en un océano muy grande.
Sin embargo, según la guía que cada año publica Fuentetaja, en España se convocan más de 1.800 premios cada año. Si recurrimos a páginas web especializadas en estos concursos como premiosliterarios.com, el número de certámenes asciende hasta la cifra de 3.500 anuales. La cantidad de originales enviados a estos concursos literarios oscilan entre unas docenas y varios centenares. La mera multiplicación de originales y concursos arroja un total mareante.
Más de cinco millones de textos, entre novelas, relatos, antologías, poemarios y poemas sueltos, se presentan cada año a algún premio literario en España. Ante un resultado como este, tan sólo cabe agachar la cabeza y comprender que cualquier texto que decidamos enviar a un concurso no es más que un pez muy pequeño en un océano muy grande.
Es imposible saber a priori si vamos a tener éxito en nuestro intento, pero podemos tomar medidas para que, al menos, nuestro pez no sea el primero que termine en el lecho marino que, la mayoría de las veces, adopta forma de papelera. ¿Cuáles son estas medidas? A continuación revisaremos algunas de las más básicas.

La importancia de la corrección ortográfica en los concursos literarios

jueves, 5 de septiembre de 2013

Diálogo con el maestro (Hemingway)(I)

Diálogo con el maestro (Hemingway)(I)


     Estimados lectores de este blog, este es uno de los mejores escritos que he leído para los que estamos en este camino de hacernos escritores, por favor leánlo con atención, cada consejo tiene su peso:



DIALOGO CON EL MAESTRO
Crónica de alta mar
(De Esquire, octubre de 1953)
Ernest Hemingway


      Hará año y medio que se presentó un joven en la puerta de mi casa en Cayo Hueso y dijo que había viajado desde el norte de Minnesota hasta allí pidiéndoles a los automovilistas que lo llevaran, con objeto de formular unas preguntas sobre literatura a este corresponsal, que había regresado de Cuba aquel mismo día y tenía que despedirse de sus amigos que se iban en tren dentro de una hora, y mientras tanto escribir algunas cartas. Tan lisonjeado como alterado por el interrogatorio, le dijo al visitante que volviese al día siguiente por la tarde. Era un hombre joven, de gran estatura, aspecto serio, pelo hirsuto y manos y pies grandes.

      Se veía que su única aspiración era dedicarse a la literatura. Había pasado su infancia en una granja; luego, cursó la segunda enseñanza e ingresó en la Universidad de Minnesota. Más tarde, trabajó de periodista, carpintero, segador y obrero, Además de recorrer dos veces los Estados Unidos como vagabundo. Quería ser escritor y tenía buenas historias que contar, historias que narró pésimamente, no obstante lo cual se notaba que poseía viviendas, valiosas si lograba darles expresión. Tomaba su inclinación a las letras con tanta seriedad que parecía que esto vencería todos los obstáculos. Se había pasado un año escribiendo en una cabaña que se había construido en Dakcta del Norte. No me mostró ninguna composición suya, porque, según él, carecía de valor literario. 

lunes, 2 de septiembre de 2013

La Vergüenza de ser Escritor

La Vergüenza de ser Escritor

   
      Aunque cueste admitirlo, la cruda realidad es que normalmente a los que pasamos ratos en esto de crear mundos, hacer cuentos e imaginarnos una y mil historias nos da algo de pena con nuestras amistades, conocidos y en ocasiones hasta con los familiares por dedicarnos aún de modo secundario al oficio de escritor. Miedo a ser señalados como vagos sin más destino que encerrarnos a gastar tinta y alcohol hasta que una cirrosis nos lleve de este mundo, miedo a ser considerados gente sin futuro y sin aspiraciones "reales". Eso, poco o mucho, afecta el autoestima de cualquiera, por eso y como un impulso extra para quienes escribimos les dejo un listado publicado en la web de Premura como:

 Estrategias para superar las dudas permanentes.   

1. Al principio, si no crees, hazte escritor o escritora. 
      Cuenta a todo el mundo que eres un escritor. Imprime tarjetas de visita con tu nombre y el título escritor debajo. Aunque tengas mucha vergüenza o modestia y poco tiempo, crea una rutina para escribir y síguela. Para tener éxito debes creerlo. Actúa como si lo creyeras hasta que lo creas realmente.

2.- Escribe tus objetivos.
      Escribe en una página tus motivos para escribir. Revísalo varias veces al año. Cuando las dudas te corroan, tus objetivos te mantendrán en el camino adecuado. Te inspirará a continuar adelante.