martes, 29 de enero de 2013

El Dato Escondido. Mario Vargas Llosa

    Excelente ensayo del maestro de la literatura latinoamericana Vargas Llosa, quien analiza como Hemingway dio con un recurso, lo sistematizó, para decirlo mejor, muy útil y divertido para poner en práctica a la hora de escribir. Espero les guste.



El dato escondido
 Mario Vargas Llosa
 
   


     En alguna parte, Ernest Hemingway cuenta que, en sus comienzos literarios, se le ocurrió de pronto, en una historia que estaba escribiendo, suprimir el hecho principal: que su protagonista se ahorcaba. Y dice que, de este modo, descubrió un recurso narrativo que utilizaría con frecuencia en sus futuros cuentos y novelas. En efecto, no sería exagerado decir que las mejores historias de Hemingway están llenas de silencios significativos, datos escamoteados por un astuto narrador que se las arregla para que las informaciones que calla sean sin embargo locuaces y azucen la imaginación del lector, de modo que éste tenga que llenar aquellos blancos de la historia con hipótesis y conjeturas de su propia cosecha. Llamemos a este procedimiento ‘el dato escondido’ y digamos rápidamente que, aunque Hemingway le dio un uso personal y múltiple (algunas veces, magistral), estuvo lejos de inventarlo, pues es una técnica vieja como la novela y que aparece en todas las historias clásicas.



      Pero, es verdad que pocos autores modernos se sirvieron de él con la audacia con que lo hizo el autor de El viejo y el mar. ¿Recuerda usted ese cuento magistral, acaso el más célebre de Hemingway, llamado "Los asesinos"? Lo más importante de la historia es un gran signo de interrogación: ¿por qué quieren matar al sueco Ele Andreson ese par de forajidos que entran con fusiles de cañones recortados al pequeño restaurante Henry’s de esa localidad innominada? ¿Y por qué ese misterioso Ole Andreson, cuando el joven Nick Adams le previene que hay un par de asesinos buscándolo para acabar con él, rehúsa huir o dar parte a la policía y se resigna con fatalismo a su suerte? Nunca lo sabremos. Si queremos una respuesta para estas dos preguntas cruciales de la historia, tenemos que inventárnosla nosotros, los lectores, a partir de los escasos datos que el narrador omnisciente e impersonal nos proporciona: que, antes de avecindarse en el lugar, el sueco Ole Andreson parece haber sido boxeador, en Chicago, donde algo hizo (algo errado, dice él) que selló su suerte.

El ‘dato escondido’ o narrar por omisión no puede ser gratuito y arbitrario. Es preciso que el silencio del narrador sea significativo, que ejerza una influencia inequívoca sobre la parte explícita de la historia, que esa ausencia se haga sentir y active la curiosidad, la expectativa y la fantasía del lector.

viernes, 25 de enero de 2013

Escribir un cuento. Raymond Carver




 Escribir un cuento. 
Raymond Carver 


Allá por la mitad de los sesenta empecé a notar los muchos problemas de concentración que me asaltaban ante las obras narrativas voluminosas. Durante un tiempo experimenté idéntica dificultad para leer tales obras como para escribirlas. Mi atención se despistaba; y decidí que no me hallaba en disposición de acometer la redacción de una novela. De todas formas, se trata de una historia angustiosa y hablar de ello puede resultar muy tedioso. 

Aunque no sea menos cierto que tuvo mucho que ver, todo esto, con mi dedicación a la poesía y a la narración corta. Verlo y soltarlo, sin pena alguna. Avanzar. Por ello perdí toda ambición, toda gran ambición, cuando andaba por los veintitantos años. Y creo que fue buena cosa que así me ocurriera. La ambición y la buena suerte son algo magnífico para un escritor que desea hacerse como tal. Porque una ambición desmedida, acompañada del infortunio, puede matarlo. Hay que tener talento. 



Son muchos los escritores que poseen un buen montón de talento; no conozco a escritor alguno que no lo tenga. Pero la única manera posible de contemplar las cosas, la única contemplación exacta, la única forma de expresar aquello que se ha visto, requiere algo más. El mundo según Garp es, por supuesto, el resultado de una visión maravillosa en consonancia con John Irving. También hay un mundo en consonancia con Flannery O’Connor, y otro con William Faulkner, y otro con Ernest Hemingway. Hay mundos en consonancia con Cheever, Updike, Singer, Stanley Elkin, Ann Beattie, Cynthia Ozick, Donald Barthelme, Mary Robinson, William Kitredge, Barry Hannah, Ursula K. LeGuin... Cualquier gran escritor, o simplemente buen escritor, elabora un mundo en consonancia con su propia especificidad.

Tal cosa es consustancial al estilo propio, aunque no se trate, únicamente, del estilo. 

lunes, 21 de enero de 2013

Las diez reglas de oro del escritor Michael Moorcock

Las diez reglas de oro del escritor Michael Moorcock



1. Mi primera regla fue dada por TH White, autor de The Sword in the Stone and other Arthurian fantasies y fue: lee. Lee todo lo que caiga en tus manos. A las personas que quieren escribir fantasía, ciencia ficción o romance siempre les aconsejo dejar de leer todo en esos géneros y empezar a leer cualquier otra cosa.



2. Encuentra a un autor que admires (el mío fue Conrad) y copia sus argumentos y personajes para contar tu propia historia, de la misma manera que los pintores aprenden a pintar copiando a los grandes maestros.


3. Presenta a tus personajes y temas principales en el primer tercio de tu novela.


viernes, 18 de enero de 2013

Advertencias de un escritor. Gabriel García Márquez

 Lista de valiosos consejos que nos deja el gran gabo.



Advertencias de un escritor


García Márquez, Gabriel 





1- Una cosa es una historia larga, y otra, una historia alargada. 

2. El final de un reportaje hay que escribirlo cuando vas por la mitad.


3. El autor recuerda más cómo termina un artículo que cómo empieza.


4. Es más fácil atrapar un conejo que un lector.

5. Hay que empezar con la voluntad de que aquello que escribimos va a ser lo mejor que se ha escrito nunca, porque luego siempre queda algo de esa voluntad.

6. Cuando uno se aburre escribiendo el lector se aburre leyendo.
 

miércoles, 16 de enero de 2013

Escribir una novela: Mitos y Secretos



Escribir una novela: Mitos y Secretos 





     Muchas personas sueñan con escribir una novela, pero la mayoría no llega más lejos del simple deseo. El mero hecho de que usted esté leyendo este artículo muestra que está dispuesto a hacer su sueño realidad.

Pero, ¿tiene usted lo que se necesita para tener éxito en la escritura de una novela?



Es decir, los sueños están bien y es bueno tenerlos, pero en algún momento uno debe afrontar la realidad.

Yo solía soñar con ser el cantante de una banda. El problema es que no puedo cantar y no tengo oído para la música. Es por ello que no he perdido mi tiempo y mi esfuerzo intentándolo.

¿Va a perder su tiempo y esfuerzo tratando de convertirse en escritor? Es importante conocer la respuesta aquí y ahora.

La buena noticia es que escribir una novela y conseguir publicarla es un logro mucho más asequible de lo que pueda creer.

En realidad, si no quiere leer lo que sigue porque teme lo que pueda descubrir, sea valiente y sigua leyendo de todos modos. Lo más probable es que usted no hubiese llegado hasta aquí si no tuviese las credenciales correctas para escribir y publicar con éxito.

lunes, 14 de enero de 2013

Diez breves puntos sobre el microrrelato



Diez breves puntos sobre el microrrelato



1 – Los microrrelatos, piezas de algún rompecabezas oculto, se bastan a sí mismas. Ofician de instrumentos de reflexión que, como en la vieja cancioncita infantil, abrirán las puertas para ir a jugar. Son herramientas de precisión, o trampas, para cazar vivo al desconocido ángel o demonio – o mejor demonioángel- que dormita en algún repliegue de nuestra in/conciencia. La muy literaria.

Son el reconocimiento de ese algo que palpita en un recóndito rincón de la mente donde se ha ido formando un semillero de textos. O quizá lo que se ha ido formando es el equivalente a una de esas fosas donde los jardineros echan los restos de comida para fabricar abono: maloliente pudridero donde relegamos ciertas puntuales ideas para que fermenten con el tiempo y se conviertan en fertilizante. De tamaño nutriente nacen a veces, casi por generación espontánea, estas diminutas perlas que a veces son de espanto. “Un cuentista eficaz puede escribir relatos literariamente válidos, pero si alguna vez ha pasado por la experiencia de librarse de un cuento como quien se quita de encima una alimaña, sabrá de la diferencia que hay entre posesión y cocina literaria”, escribió Cortázar, gran maestro, en un ensayo seminal titulado “Del cuento corto y sus alrededores”.


2 – Microrrelato. Es éste un término que prefiero al de microcuento, porque el cuento –por el cual tengo un respeto casi sagrado– se arma atendiendo leyes secretas, múltiples y variables pero estrictas, que le confieren una identidad insustituible. En cambio la palabra relato me parece más laxa y permisiva, aunque podría tratarse de una connotación personal. Pero de eso está hecho el lenguaje, de connotaciones e interpretaciones: he aquí su riqueza y también su posibilidad de traición. Arma blanca, el lenguaje, nunca inocente como bien señala Juan Goytisolo; razón por la cual quienes escribimos nos complacemos en sacarle el mayor filo posible.

sábado, 12 de enero de 2013

El adjetivo y sus arrugas. Alejo Carpentier




 El adjetivo y sus arrugas.
 Alejo Carpentier



Los adjetivos son las arrugas del estilo. Cuando se inscriben en la poesía, en la prosa, de modo natural, sin acudir al llamado de una costumbre, regresan a su universal depósito sin haber dejado mayores huellas en una página. Pero cuando se les hace volver a menudo, cuando se les confiere una importancia particular, cuando se les otorga dignidades y categorías, se hacen arrugas, arrugas que se ahondan cada vez más, hasta hacerse surcos anunciadores de decrepitud, para el estilo que los carga. Porque las ideas nunca envejecen, cuando son ideas verdaderas. Tampoco los sustantivos. 

Cuando el Dios del Génesis luego de poner luminarias en la haz del abismo, procede a la división de las aguas, este acto de dividir las aguas se hace imagen grandiosa mediante palabras concretas, que conservan todo su potencial poético desde que fueran pronunciadas por vez primera. Cuando Jeremías dice que ni puede el etíope mudar de piel, ni perder sus manchas el leopardo, acuña una de esas expresiones poético-proverbiales destinadas a viajar a través del tiempo, conservando la elocuencia de una idea concreta, servida por palabras concretas. Así el refrán, frase que expone una esencia de sabiduría popular de experiencia colectiva, elimina casi siempre el adjetivo de sus cláusulas: "Dime con quién andas...", " Tanto va el cántaro a la fuente...", " El muerto al hoyo...", etc. Y es que, por instinto, quienes elaboran una materia verbal destinada a perdurar, desconfían del adjetivo, porque cada época tiene sus adjetivos perecederos, como tiene sus modas, sus faldas largas o cortas, sus chistes o leontinas. 


jueves, 10 de enero de 2013

Acerca de mis Cuentos. Jorge Luis Borges



Acerca de mis cuentos
 
Jorge Luis Borges



Acaban de informarme que voy a hablar sobre mis cuentos. Ustedes quizás los conozcan mejor que yo, ya que yo los he escrito una vez y he tratado de olvidarlos, para no desanimarme he pasado a otros; en cambio tal vez alguno de ustedes haya leído algún cuento mío, digamos, un par de veces, cosa que no me ha ocurrido a mí. Pero creo que podemos hablar sobre mis cuentos, si les parece que merecen atención. Voy a tratar de recordar alguno y luego me gustaría conversar con ustedes que, posiblemente, o sin posiblemente, sin adverbio, pueden enseñarme muchas cosas, ya que yo no creo, contrariamente a la teoría de Edgar Allan Poe, que el arte, la operación de escribir, sea una operación intelectual. Yo creo que es mejor que el escritor intervenga lo menos posible en su obra. Esto puede parecer asombroso; sin embargo, no lo es, en todo caso se trata curiosamente de la doctrina clásica. 



Lo vemos en la primera línea -yo no sé griego- de la Iliada de Homero, que leemos en la versión tan censurada de Hermosilla: "Canta, Musa, la cólera de Aquiles". Es decir, Homero, o los griegos que llamamos Homero, sabía, sabían, que el poeta no es el cantor, que el poeta (el prosista, da lo mismo) es simplemente el amanuense de algo que ignora y que en su mitología se llamaba la Musa. En cambio los hebreos prefirieron hablar del espíritu, y nuestra psicología contemporánea, que no adolece de excesiva belleza, de la subconsciencia, el inconsciente colectivo, o algo así. Pero en fin, lo importante es el hecho de que el escritor es un amanuense, él recibe algo y trata de comunicarlo, lo que recibe no son exactamente ciertas palabras en un cierto orden, como querían los hebreos, que pensaban que cada sílaba del texto había sido prefijada. No, nosotros creemos en algo mucho más vago que eso, pero en cualquier caso en recibir algo.



EL ZAHIR
Voy a tratar entonces de recordar un cuento mío. Estaba dudando mientras me traían y me acordé de un cuento que no sé si ustedes han leído; se llama El Zahir. Voy a recordar cómo llegué yo a la concepción de ese cuento. Uso la palabra «cuento» entre comillas ya que no sé si lo es o qué es, pero, en fin, el tema de los géneros es lo de menos. Croce creía que no hay géneros; yo creo que sí, que los hay en el sentido de que hay una expectativa en el lector. Si una persona lee un cuento, lo lee de un modo distinto de su modo de leer cuando busca un artículo en una enciclopedia o cuando lee una novela, o cuando lee un poema. Los textos pueden no ser distintos pero cambian según el lector, según la expectativa. Quien lee un cuento sabe o espera leer algo que lo distraiga de su vida cotidiana, que lo haga entrar en un mundo no diré fantástico -muy ambiciosa es la palabra- pero sí ligeramente distinto del mundo de las experiencias comunes. 


martes, 8 de enero de 2013

Decálogo del escritor



Decálogo del escritor



Primero

Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.


Segundo

No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.


Tercero

En ninguna circunstancia olvides el célebre díctum: “En literatura no hay nada escrito”.


Cuarto

Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.

domingo, 6 de enero de 2013

Consejos para escritores de Charles Baudelaire



Consejos para escritores de Charles Baudelaire 

Un tanto machistas algunas de sus observaciones, pero varios de sus consejos son útiles, confiando en que sepan aprovechar lo bueno, les dejo tan valiosos consejos:

 Consejos para escritores de Charles Baudelaire 



     Los preceptos que se van a leer son fruto de la experiencia; la experiencia implica una cierta suma de equivocaciones; y como cada cual las ha cometido –todas o poco menos-, espero que mi experiencia será verificada por la de cada cual.




De la suerte y de la mala suerte en los comienzos



      Los escritores jovenes que hablando de un colega novel dicen con acento matizado de envidia: "¡Ha comenzado bien, ha tenido una suerte loca!", no reflexionan que todo comienzo está siempre precedido y es el resultado de otros veinte comienzos que no se conocen.


(...) creo más bien que el éxito es, en una proporción aritmética o geométrica, según la fuerza del escritor, el resultado de éxitos anteriores, a menudo invisibles a simple vista. Hay una lenta agregación de éxitos moleculares; pero generaciones espontáneas y milagrosas jamás.
Los que dicen: "Yo tengo mala suerte", son los que todavía no han tenido suficientes éxitos y lo ignoran.




      Libertad y fatalidad son dos contrarios; vistas de cerca y de lejos son una sola voluntad.
Y es por eso que no hay mala suerte. Si hay mala suerte, es que nos falta algo: ese algo hay que conocerlo y estudiar el juego de las voluntades vecinas para desplazar más fácilmente la circunferencia.

De los salarios

      Por hermosa que sea una casa es ante todo -y antes de que su belleza quede demostrada- tantos metros de frente por tantos de fondo. De igual modo la literatura, que es la materia más inapreciable, es ante todo una serie de columnas escritas; y el arquitecto literario, cuyo sólo nombre no es una probabilidad de beneficio, debe vender a cualquier precio.
Hay jóvenes que dicen: "Ya que esto vale tan poco, ¿para qué tomarse tanto trabajo?" Hubieran podido entregar trabajo del mejor; y en ese caso sólo hubieran sido estafados por la necesidad actual, por la ley de la naturaleza; pero se han estafado a sí mismos. Mal pagados, hubieran podido honrarse con ello; mal pagados, se han deshonrado.

viernes, 4 de enero de 2013

Estructurar una Novela. La Estructura de una Novela



Estructurar una novela 

(De "Consejos para escribir una novela", por Fragmentos en negro)


Una novela comercial tiene habitualmente entre 80.000 y 120.000 palabras.
Sí, son muchas palabras. Y es un gran pedazo para manejarlo completo. Y puede suceder, en los escritores emergentes, que allá por la página 210 no sepan cómo continuar.


Un recurso es fragmentar la novela. Rómpela en pequeños fragmentos que puedas manipular dentro de una estructura equilibrada (Recuerda: inicio 25%, medio 50% y final 25).



Primero piensa cuantos acontecimientos significativos quieres que ocurran. Llámalos escenas, si quieres. Pongamos por ejemplo unos 100. Para mantener las proporciones tradicionales de una historia, el inicio y el final tendrán 25 y la parte media contendrá 50.
Luego trabaja lo que quieras que ocurra durante estos acontecimientos. Puedes hacerlo de muchas maneras: Escríbelo en fichas, en una hoja de base de datos o en cualquier otro elemento con el que te sientas cómodo. Yo uso un software de mapas mentales que luego enlazo a archivos de texto del sencillo bloc de notas de windows.


Finalmente revisa tus elementos clave sub-categorizando (fragmentando) el argumento, los sub-argumentos y los cambios en el punto de vista. Puedes colorear tus tarjetas o base de datos para ver si tienes un argumento o personaje que domina más que otros elementos.

Aviso: No esperes que esto sea instantáneo. Puedes pasar semanas cambiando cosas de sitio hasta que te sientas completamente cómodo y puedas empezar el primer borrador. Puede parecer agotador pero es mejor pensar ahora tu historia que cuando lleves 50.000 palabras y no sepas por donde continuar. ¿No?