La Literatura y el Amor. Los Mejores Libros de Amor
Grandes creaciones literarias han sido inspiradas por el sentimiento más
puro. Escritores nacionales nos cuentan cuáles son sus obras predilectas en
ocasión del mes de los enamorados.
El amor es una de las principales fuentes de inspiración que
han dado vida a grandes obras literarias. Autores como William Shakespeare,
León Tolstói, Máximo Gorky, Ernest Hemingway, Graham Greene, entre muchos más,
le deben a este sentimiento toda clase de éxitos literarios.
Tampoco se pueden dejar de mencionar los versos de Pablo
Neruda, que aún hoy en día siguen arrancando suspiros entre los enamorados.
Pero qué mejor que sean los escritores quienes comenten sobre
esas grandes obras literarias que no se deben perder los amantes de la
literatura, sobre todo en febrero, mes consagrado al amor y la amistad.
Para el poeta José Antonio Funes, “el amor ha sido la fuente
de inspiración más grande y más hermosa de los grandes creadores. Ya sean
amores triunfantes o amores desdichados, las mejores obras literarias se han
nutrido del amor como el motivo principal que impulsa a sus personajes a la
vida o los precipita a la muerte”.
Entre las mejores obras literarias de amor creadas por el ser
humano, según Funes, está sin duda el poema “El cantar de los cantares”, del
rey Salomón, donde aparecen frases tan emblemáticas como “las muchas aguas no
pueden extinguir el amor...” y “el amor es más fuerte que la muerte”.
Entre otras de las obras antiguas preferidas del poeta Funes
que tratan el tema del amor están La Ilíada y La Odisea, “en ellas se evidencia
cómo el amor hace perder la cabeza a los hombres y a los mismos dioses. En La
Ilíada el rapto de Helena por Paris desencadena la guerra de Troya; en La
Odisea la única aspiración de Ulises, y la que le provee de las fuerzas
necesarias para luchar contra toda suerte de monstruos y tentaciones, es
regresar a Ítaca para reencontrarse con su amada Penélope, que lo aguarda
durante veinte años”.
Doy un salto hacia finales del siglos XVI, continúa el poeta,
y me encuentro con las obras de William Shakespeare (1564-1616), quien abordó
el amor desde diferentes ángulos, logrando penetrar la profundidad psicológica
de sus personajes: el amor juvenil, desafiante y dispuesto al último de los
sacrificios en Romeo y Julieta; el amor y la lucha por el poder en Antonio y
Cleopatra; el amor, el poder, la traición, el crimen y la venganza en Hamlet;
el amor y los celos enfermizos en Otelo. De bella factura son también sus
“Sonetos de Amor”, aunque de excesiva retórica, sublimes y atrevidos para la
moral de la época.
Un poco más joven que Shakespeare, y perteneciente al Siglo de
Oro español, es el poeta Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645), gran
autor de sonetos de amor, pero cuya obra poética cumbre es el poema “Amor
constante más allá de la muerte”, del cual quedan para la eternidad esos dos
últimos versos, refiriéndose a los amantes: “Serán ceniza, mas tendrá sentido;
/ Polvo serán, mas polvo enamorado”.
Del siglo XVIII es una de las grandes novelas románticas, cuyo
tema principal es el amor imposible: Las desventuras del joven Werther (1774),
de J. W. Goethe (1749-1832). Al principio Werther es un joven deslumbrado por
la vida, enamorado de lo bello y de una personalidad impetuosa; pero desde que
conoce a Charlotte –que pertenece a otro hombre- su entorno se vuelve oscuro,
pesimista al grado de optar por el suicidio.
“Ya en el siglo XIX no puedo dejar de mencionar una de las
grandes obras de tema amoroso: Peer Gynt (1867), de Henrik Ibsen (1828-1906),
que retoma de alguna manera al personaje de Ulises en La Odisea. Solo que Peer
Gynt es un hombre errático, inmoral, condenado por la justicia al destierro y a
sobrellevar una serie de vicisitudes; sin embargo, solo el amor logra
redimirlo; y después de 20 años de vagar perdido y desesperado, logra
reencontrarse con la mujer enamorada que lo ha esperado siempre, Solveig, que
le devuelve la paz, le da un hogar y lo arrulla con canciones”, analiza Funes,
quien comenta que el XIX fue el siglo de las grandes narraciones, y entre las
novelas de amor no se puede prescindir de Ana Karenina (1877), de León Tolstói
(1828-1910), en la cual se manifiesta ese amor impetuoso, desafiante, de la
protagonista por su amante Alexis Vronski.
El narrador, que permite a sus
personajes jugar con el fuego de la libertad hasta quemarse las manos, tarde
les hace entender que el adulterio y el desafío a las convenciones sociales y
morales de la época solo tienen una paga: la muerte; y en esto quien se lleva
la peor parte, cómo no, es la mujer: Ana Karenina, desesperada ante el tedio y
la indiferencia de su joven amante, termina arrojándose a las vías del tren.
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